miércoles, septiembre 28, 2005

Nuevas corrientes de la teoría geográfica

La Geografía del Bienestar y la Geografía de género
La Geografía del Bienestar
Otro enfoque, dentro del marco de la geografía radical, y que es un aporte británico, es la denominada geografía del bienestar, propuesta por D. Smith. En este enfoque la producción no se concibe pues solamente como proceso generador de una división del trabajo y de desniveles de desarrollo, de desigualdad geográfica, en definitiva, sino como un proceso que en todos sus momentos contribuye al bienestar humano o lo disminuye.
Este es un enfoque reciente, que aborda el tema de la calidad de la vida como objeto esencial del campo geográfico: desigualdades o desequilibrios espaciales a distintas escalas. El punto de arranque del análisis sobre el bienestar es la economía, ya que esta proporcionaría un conjunto riguroso de teorías que estudian concretamente el concepto de bienestar. Por ello las teorías económicas sobre la oferta y la demanda o sobre la producción y el valor, son incorporadas en la indagación geográfica.
El geógrafo inglés, partiendo de una definición de la geografía humana como "el estudio de quién consigue qué, dónde y cómo" delimita como objetivo principal el problema de la desigualdad espacial, en tanto que la distinta localización espacial repercute directamente en las oportunidades de bienestar social. Uno de los rasgos distintivos de la geografía del bienestar es su carácter aplicado. Smith apuesta por la decidida inclusión de la geografía del bienestar en el paradigma (95) humanístico orientado hacia la mejora de la situación global de los hombres.
La Geografía de Género
Un nuevo enfoque llamado geografía del género, se inicia como una geografía feminista en la década del ‘70, y que ha crecido a medida que se ha ido tomando conciencia de los problemas a que se enfrentan las mujeres dentro de su profesión. El libro de Kate Millet Política sexual significa uno de los primeros y más serios intentos teóricos de acercarse a la naturaleza específica de la opresión de las mujeres, a la vez que ha supuesto la base teórica para el feminismo radical.
Millet afirma que tanto la estructura política como social son patriarcales, debido a que están gobernadas por una doble subordinación (la mujer al hombre y la del joven al hombre adulto). Por el contrario las feministas socialistas han intentado situar la opresión de la mujer dentro del análisis de clase y de las relaciones de producción.
Una parte más fructífera del feminismo socialista ha sido la de su preocupación respecto al papel de la mujer en la reproducción de la fuerza de trabajo y el de la necesidad de analizar el rol económico del trabajo de la mujer, tanto doméstico como asalariado. De esta forma tanto el análisis feminista radical como el socialista están obligados a explicar los orígenes del sexismo y los cambios en la posición social de la mujer, ello requiere examinar la relación existente entre naturaleza y naturaleza humana" (96).
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